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lunes, 3 de diciembre de 2012

La Odisea y la Eneida: la épica a través de las culturas




La Odisea[1] y la Eneida, si bien corresponden al mismo género literario (la épica) pertenecen a épocas y culturas diferentes, la Grecia del siglo VIII aC i la Roma del siglo I aC, respectivamente. Por lo tanto, a pesar de las similitudes temáticas y formales de ambas obras, se observarán diferencias importantes, especialmente en cuanto a la intencionalidad.

La Odisea es una obra que proviene de la tradición oral, por lo que, al ser una obra flexible y no recitarse siempre los mismos versos, se repite información en algunos de ellos. Muchas de las características formales del texto presentan reminiscencias de su pasado preliterario, como el uso de lenguaje formular, frases hechas y epítetos[2], –empleados por los aedas para recordar los largos textos– y la imitación de la lengua hablada[3].  La obra de Virgilio, aunque carezca de este pasado oral, también tiene estas características[4], ya que el lenguaje “homérico” tuvo una gran influencia en la literatura clásica.

El funcionamiento de los dos fragmentos también es muy similar: una diosa interpela al dios supremo en favor de un personaje heroico, preocupada por su penosa situación. En la Odisea se trata de un diálogo entre Atenea y Zeus, que hablan de Ulises, en cambio en la Eneida son Venus y Júpiter y el héroe, Eneas–. El diálogo es muy poco fluido, ya que los parlamentos se extienden hasta convertirse prácticamente en monólogos, con digresiones y cambios en el tiempo ya que tanto Zeus como Júpiter, para tranquilizar a las diosas, rompen el hilo  temporal: el primero explica la razón de la situación del héroe y la intervención de Poseidón, así como el futuro que le espera a Odiseo; el segundo hace un salto al futuro para explicar la gloria del pueblo que nacerá del héroe troyano. Todo ello, narrado en estilo directo por un narrador omnisciente. 

Si bien las similitudes anteriores surgen de la pretensión de Virgilio de imitar y superar las obras canónicas griegas, ahora el estilo de la Eneida se pone al servicio de la función de ésta. El narrador omnisciente permite al autor dar información que de otra forma no podría. El diálogo entre los dioses legitima la grandeza de Roma y “demuestra” que les son favorables; el largo parlamento de Júpiter –a imitación de los que aparecen en la Odisea– le permite los saltos en el tiempo que utiliza para ensalzar a Roma y la figura de Octavio, emparentando al hijo de Eneas, Iulo, con la familia de su tío Julio Cesar[5]. También le permite contribuir a la “regeneración moral” que lleva a cabo Augusto ensalzando el patriotismo, la heroicidad del protagonista y su conducta, moralmente intachable (según Júpiter), gracias a la cual los romanos se ganarán el favor de las deidades: “no pongo a éstos ni meta ni límite de tiempo: les he confiado un imperio sin fin. Y hasta la áspera Juno(...) cambiará su opinión para mejor, y velará conmigo por los romanos, por los dueños del mundo y el pueblo togado. Así lo quiero.”[6]

Como esta obra pretende disuadir a los lectores, utiliza rasgos de la retórica como por ejemplo el uso de preguntas retóricas, que permiten al lector llegar a la conclusión por sí mismo, ciertas características de la captatio benevolentiae en la intervención de Venus[7], que se dirige a su interlocutor con respeto y humildad.

En conclusión, ambos fragmentos utilizan los mismos recursos –lenguaje formular, digresiones y monólogos– y la misma temática –el diálogo entre dos deidades–, si bien la intención es muy distinta: en la Odisea son rasgos asociados al pasado preliterario de la obra mientras que en la Eneida se utilizan de forma intencionada para producir ciertos efectos, como aleccionar y ensalzar la figura de Augusto; también utiliza recursos de la retórica. Por todo ello, es una obra formalmente más compleja y perfecta que su antecesora –en la que, en gran medida, se basa–, ya que todos los elementos mencionados se encuentran perfectamente justificados y responden al fin de difundir un ideal.


[1]  Odisea, I. 44-79 y Eneida I. 227-296 (disponibles en el “Aula Global” de la asignatura).
[2] Algunas de estas fórmulas son “la diosa nacida de Atlante” o las fórmulas para introducir diálogos, como “Repúsole entonces (…). Contestando a su vez dijo Zeus” o epítetos como “Zeus, que agrupa las nubes”.
[3] “Atenea, la diosa ojizarca, repúsole entonces: ‹‹Padre nuestro Cronión, soberano entre todos los reyes, bien de cierto que él yace abatido por justa ruina››”
Homero, Odisea, I  44-46
[4] Aparecen fórmulas como “El sembrador de  dioses y de hombres”  Virgilio, Eneida, I  254
 O como  “ y a él (…) se dirige Venus (…). El sembrador de dioses y de hombres (…) le dice” 
Virgilio, Eneida, I   227-256
También hay un interés por imitar la lengua oral en los diálogos: “Y luego dice: deja ese miedo Citerea, que intacto permanece para ti el sino de los tuyos”.   Virgilio, Eneida, I  256-258
[5]Nacerá troyano César, de limpio origen, que el imperio ha de llevar hasta el océano y su fama a los astros, Julio, con nombre que le viene del gran Julo”.   Virgilio, Eneida, I 286-288
[6] Virgilio, Eneida, I  278-283
[7] “Oh, tú que gobiernas con poder eterno  las cosas humanas y divinas y aterrorizas con el rayo.”
Virgilio, Eneida, I  229-230

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